Cuando sentimos que una relación no nos da lo que queremos

Proyectando nuestras propias carencias en el otro
En muchas ocasiones, nos encontramos atrapados en relaciones que sentimos insatisfactorias. Decimos que «no nos dan lo que queremos», pero, ¿nos hemos detenido a reflexionar sobre lo que realmente estamos pidiendo? Cuando asumimos una relación desde el cubrimiento de necesidades no satisfechas por nosotros mismos, estamos concibiendo al otro como un objeto, no como un ser libre con su propio camino y elecciones.

Como explica la psicoterapeuta humanista y psicopedagoga Sara Sala, «cuando proyectamos en nuestra pareja nuestras propias carencias emocionales, podemos caer en una espiral de frustración y desilusión. La clave está en preguntarnos cuál es nuestra responsabilidad en ello y cómo proceder desde un lugar de mayor autonomía emocional».
El ciclo de la insatisfacción y la búsqueda externa
Si no tomamos conciencia de esta dinámica, corremos el riesgo de vivir una sucesión de relaciones donde siempre parezca faltar algo. Nos ilusionamos con una nueva pareja, convencidos de que esta vez sí nos dará lo que buscamos, pero cuando la fase del enamoramiento se desvanece, vuelve la insatisfacción. «Ya no eres como al principio», «has cambiado», «no me das lo que necesito». Estas frases surgen desde una madurez emocional aún en desarrollo, donde el amor es confundido con un contrato de cumplimiento de deseos y expectativas.
El apego y su transformación

El apego no es algo inamovible, y la buena noticia es que podemos trabajarlo y transformarlo. «Uno de los momentos clave para ello es cuando iniciamos una relación afectiva, aunque no es una tarea fácil», señala Sara Sala. La cultura del amor romántico nos ha hecho creer que el amor auténtico es el que duele, el que cuesta, el que nos completa. Pero la realidad es que el amor maduro es el que nos permite ser libres y compartir desde la plenitud, no desde la carencia.
Del amor con apego al amor consciente
El camino hacia una relación sana y consciente implica cambiar nuestra mirada. No se trata de encontrar a alguien que «nos haga felices», sino de aprender a serlo por nosotros mismos y compartir esa plenitud con el otro.
Algunas preguntas que pueden ayudarte en este proceso son:
El amor genuino es libre, consciente y expansivo. Cuando nos responsabilizamos de nuestro propio bienestar emocional, dejamos de exigir al otro que nos llene vacíos que solo nosotros podemos atender. Y desde ahí, podemos construir relaciones verdaderamente enriquecedoras, donde el amor no es una necesidad, sino una elección.
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